El académico de la Universidad Católica apunta a que la situación por la que está pasando la industria está lejos de parecerse a lo que pasó durante crisis asiática.
¿Cuál es el panorama que la minería nacional está enfrentando?
La industria en Chile está enfrentando una situación de una baja en el precio del cobre, pero además tiene complejidades adicionales porque tiene algunos problemas de energía, cuyo precio no va a mejorar en tres a cuatro años más. Es muy difícil que ocurra algo que permita mejorar la situación, excepto la lluvia.
Chile tiene que resolver el problema de la energía. Antes de eso no va haber proyectos nuevos, salvo los que ya están anunciados. Por lo que en términos de producción, los próximos años no se ven tan bien.
Esta es una situación que podría ser mejor, pero en ningún caso la minería está en una situación de crisis. Las empresas van a tener que darse cuenta de que no pueden contener los costos todo lo que quisieran. Tienen que apretarse un poco el cinturón, pero no es como la crisis asiática, cuando el precio estuvo en el suelo. Es distinto a eso, es importante hacer la diferencia. Ya no tenemos la fiesta que hubo hace tres años, pero tampoco estamos en un funeral.
¿Y qué se puede esperar de los proyectos de las mineras?
Si el país tuviera energía competitiva, a nivel de Perú por ejemplo, algunos de los proyectos serían viables. Si Chile tuviera claro qué proyectos se pueden iniciar y pueden llegar a fin dentro de un plazo razonable, sería distinto. No basta con aprobar el estudio de impacto ambiental porque después viene cualquier grupo de interés, presenta un recurso ante la justicia y para el proyecto.
En el primer gobierno de (Michelle) Bachelet no hubo grandes problemas al respecto. Durante el gobierno de (Sebastián) Piñera pasó lo de Barrancones, y después de Barrancones el sistema estaba tan desacreditado que vino la Corte Suprema y paró Castilla. Y después de eso nadie más quiso hacer proyectos. El ministro Sergio Muñoz (presidente de la Corte Suprema) jamás se imaginó que con esa decisión iba parar la inversión de energía en Chile. Eso le costó muy caro a este país, porque van a ser seis años sin inversión.
Las ONG son, en parte, muy responsables de eso porque han detenido todos los proyectos a carbón. Tampoco quieren centrales con embalses. Quieren centrales a gas, pero no hay suficiente gas. También quieren centrales solares y eólicas. Es absurdo pensar que este país puede crecer sólo en base a eso.
Más allá del problema energético, ¿hay algo que las mineras puedan hacer para esquivar este momento?
La industria puede hacer algunas cosas. Por ejemplo adelantar los proyectos de ingeniería para estar más preparada para hacer sus inversiones cuando comiencen a subir los precios. Incluso este no es un mal momento para hacer los estudios de impacto ambiental de esas ampliaciones que están pendientes, aunque no se haya tomado la decisión de hacer los proyectos.
